miércoles, 24 de febrero de 2010

viernes, 19 de febrero de 2010

Panoramas- Falsos panoramas. Introducción



Antecedentes

Actualmente la palabra Panorama dada su vinculación con las nuevas tecnologías de la imagen y los medios de comunicación visual, es de uso común, pero la realidad que dio origen al término es apenas conocida.

La palabra panorama no es, como se podría pensar, un antiguo término griego para designar la visión de un amplio paisaje natural, sino un neologismo acuñado a finales del XVIII, con la fusión de los términos pan (todo) y horama (visión), para denominar una nueva forma artística concreta: el montaje de un gran cuadro dispuesto en un enorme cilindro que, desde una plataforma central, era contemplado por los espectadores; la representación pictórica circular de un paisaje natural, urbano o histórico cuyo límite físico coincidía con el horizonte visual del público que lo contemplaba.

Robert Barker, su ‘inventor’, construyó el primer panorama en Edimburgo en 1787 y lo patentó en Londres, primero con el nombre de la nature à coup d’oeil, para poco más tarde modificarlo por el de Panorama. Pintado a la acuarela y de 4,41 m de diámetro, representaba la vista de la ciudad de Edimburgo y sus alrededores desde la altura de Carlton Hill; se exhibió primero en la propia ciudad en 1788, y luego se traslado a Glasgow y a Londres (1789), poniéndose de manifiesto desde el primer momento, lo que serían algunas de las constantes del panorama como espectáculo: gran impacto popular, enorme asistencia de público, exposición temporal, rápido consumo y provisionalidad.

El lanzamiento definitivo del Panorama se produjo en 1792, cuando Barrer presentó en Londres el panorama hecho a ex profeso para esta ciudad Una visión de Londres desde la cima de Albion Mills. La gran afluencia de público animó a Barrer a montar en 1793, en Leicester Square, la primera rotonda estable para panoramas (un edificio de dos plantas para la exposición simultánea de dos panoramas). A partir de entonces se aceleró su popularidad y pronto se construyeron Panoramas en las principales ciudades europeas y americanas: Paris (1799), New cork (1795), Berlín (1800).

(El Panóptico data de 1791).

En el Dictionary of Building Terms, de 1881, ya se recogía una ajustada definición del término: ‘Un edificio en el que se exhibe una pintura denominada panorama, pintada sobre la pared de una rotonda, cubierta por una cúpula o por un tejado en forma de cono. Estas pinturas son fieles reproducciones de lo que se ve desde un lugar, como cuando se mira en todas direcciones y tan lejos como el ojo pueda ver.

Para alcanzar este objetivo, el espectador se sitúa en una plataforma o galería circular, que simula una torre en el centro de la rotonda; la luz debe caer desde arriba sobre el cuadro, penetrando por una zona acristalada situada en la parte baja del tejado. Un parasol de gran diámetro, suspendido de las vigas, mantiene al espectador en la oscuridad a la vez que oculta la fuente de luz”

El Panorama recoge aportaciones técnicas anteriores de diferentes referentes: la perfección técnica de la perspectiva ilusionistas de los frescos de los techos y los decorados teatrales del Barroco, la exactitud de los grabados topográficos al estilo de Mattäus Merian, o las elaboraciones de los pintores vedutistas italianos del XVIII (que utilizaron frecuentemente la cámara oscura para desarrollar sus composiciones).

La diferencia con estos precedentes artísticos es que estos se elaboraban a partir de un punto de vista único y dentro de los límites de un encuadre, mientras que el panorama rompe con estos planteamientos y posibilita la observación de todo lo que se pudiese ver del paisaje, en un momento dado, desde un determinado lugar y de forma simultanea por múltiples observadores.

(También hay autores como Emmanuelle Michaux que se remontan a las pinturas rupestres, el arte asirio, egipcio o minóico para rescatar la concepción envolvente y espacial de la representación panorámica).

Realmente el Panorama era una obra pictórica, ya que no dejaba de ser un gran lienzo pintado, pero sus condiciones técnicas de elaboración y su modo de exposición, que le otorgaban el rango de novedad y espectáculo, la hacían de enorme atractivo para las clases medias, ajenas a cualquier formación o interés artístico, que percibían en aquellas imágenes otros muchos elementos: la visión ‘privilegiada y dominadora’ de las ciudades, ‘el viaje’ a otros lugares, ‘la contemplación’ de grandes acontecimientos históricos y militares, etc. Además de complacerse formando parte de una masa social que accedía libremente y en condiciones de igualdad, pagando la entrada, a la contemplación de unas obras que ya no estaban en los exclusivos ambientes de las mansiones privadas o las colecciones reales.

Para Oetterman el Panorama es “la expresión pictórica o la manifestación simbólica de la visión específicamente moderna y burguesa de la naturaleza”. El panorama sustituye el punto de vista único y privilegiado de la perspectiva clásica por la más ‘democratizante’ multiperspectiva; elimina los márgenes del marco por la contemplación sin limitaciones de grandes horizontes. Objetivos y afanes que en la misma época podemos detectar en otros campos de la vida social y cultural, como el interés por los grandes viajes, las exploraciones, las ascensiones montañeras y en globo, la construcción de altas edificaciones desde las que tener puntos de vista más elevados, etc.

Los panoramas fueron una manifestación más del cambio en la percepción que se produjo en la cultura occidental del siglo XIX, a la que también contribuyeron los telescopios, los microscopios, los anteojos, los artilugios ópticos colocados en lo alto de las torres y las montañas, los barcos de vapor, el ferrocarril, el carrusel, etc, instrumentos y vehículos con los que se fueron rompiendo, conceptual y físicamente, los horizontes-límites que separan lo visible de lo invisible, lo lejano y lo cercano, lo alcanzable y lo inalcanzable.

Como no podía ser de otra manera, la llegada de la fotografía supuso, más que una aportación la aparición de una nueva modalidad panoramista, ya que si al principio vino a ayudar en la elaboración precisa de los dibujos y bocetos desde los que se pintaban los lienzos, más adelante, a mediados de los años 90, se elaboran estructuras técnicas, como el ciclorama o el cineorama, en las que los lienzos pictóricos fueron reemplazados por la proyección de grandes fotografías panorámicas (proyectadas circular y fragmentariamente, con linternas mágicas, desde diapositivas de vidrio).

Naandeye Garcia Villegas

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